martes, 18 de mayo de 2010

Estrella

               El viento es silencioso pero molesto, se siente caliente, como el aliento de una persona mucho más grande que uno, respirando justo sobre nosotros haciéndonos sentir incómodos pero incapaces de protestar. La calle por el contrario resulta bulliciosa, la gente fría fluye sin orden, no se miran, no se conocen ni les interesa hacerlo, todos buscan algo aunque la mayoría no sabe qué.

                Un hombre vende el periodico como cada mañana, ese hombre no es nadie. Fue alguien, pero eso fue hace tiempo, cuando Ella aún creía en él, y creía tanto que creó una ilusión de su vida juntos, una vida llena de felicidad. El envenenó esa ilusión con la mentira, se intoxicó tanto que la ilusión misma se volvio mentira. El quiso olvidarla, pero el olvido se negó a alcanzarla, de manera que su amor se fue volviendo malestar, resentimiento contra todos; los años pasaron y él vivía enojado con la vida, pero la ira también se agota y al fin se volvió tristeza, profunda, pesada, demasiado para su poca fuerza.
El no sabe que ella ha muerto; esa misma madrugada mientras el sentía una extraña angustia, un molesto hueco en el estomago, la melancolía nublaba su mente y por unos minutos pensó en ella. Su nombre era Estella.